jueves, 5 de mayo de 2011

Cap 1 - El día que murió la magia.

Esta es la historia de la vida y muerte de ma’alob, hijo y heredero de dos magos creadores de universos y gobernantes del reino del Aire. 

Capítulo 1: Concepción
Era un día soleado como cualquiera en el reino del Aire, la noche llega en raras ocasiones y las nubes tienen alma propia. Conjuntos de nubes son similares a lo que hoy en día conocemos como las selvas, cada nube como cada árbol tiene su propio ritmo y temperamento con una gran diferencia: Las nubes tienden a fusionarse y formando bellas figuras dependiendo de cómo se sientan. Bajo ese entorno con el cielo infinito en nuestras cabezas y un abismo interminable en nuestros pies, KanaRax danza triunfante ante varios logros que ha tenido el día anterior.  KanaRax es por naturaleza un mago manipulador de nubes muy parecido a un escultor en la actualidad y tiene la habilidad innata de dejar a su paso esculpidas figuras sólidas de todo lo que él siente y vive.  Sus esculturas perduran por siempre. 

Su más grande triunfo este día ha sido el poder recolectar algo muy raro en ese mundo ya que pertenece al mundo terrestre.  Su bella danza agradece el evento casual y de manera rápida y agresiva marca con precisión los cuatro puntos cardinales en la misma.  Al finalizar, se detiene un pequeño instante a analizar su obra.  Nota que curiosamente la creación de ese día ha sido como de costumbre sumamente geométrica y emite sorprendentemente las siguientes palabras: “Algún día podré representar un rostro humano”. Sonríe sabiendo que algún día el viento lo favorecerá y sigue su camino.

En el horizonte, vive Assen Ab un ser de género femenino manipulador del color.  En aquellos días, el cielo era totalmente manipulado por su poder.  Todos los días eran de color azul y a pesar de que los soles vivían cerca, todas las estrellas cercanas eran visibles. A ese gran manto Assen Ab gozaba al cambiarle de forma con el color.  Creaba figuras biológicas estiradas y fantasmales e incluso  tenía la capacidad de dibujar sus ojos en diferentes locaciones para poder entender como otros seres podrían interpretar su obra.  La dedicación de Assen Ab es de admirar ya que todos los días hay un cielo diferente gracias a ella.

Sus caminos se unirán por siempre. Todo empieza el día que Kanarax conoce a un ser maravilloso.

Kanarax: Hola nube viajera, ¿Qué noticias traes del reino en mi ausencia? (alza su mano derecha)
Ser no identificado: No soy una nube buen amigo pero si traigo noticias de tu reino.  Al parecer hay algo que ha  crecido y devorado a muchos de tus seres queridos.

Kanarax en preocupación presta atención al viajero extraño e inicia mencionando nombres a pesar de que él ya sabe quiénes están ausentes, no puede distinguir si han perecido.
Kanarax: ¡Nombra viajero los nombres! Serás bien recompensado.  He recolectado esferas extrañas que podrán ser de mucho provecho si las obtienes.

Ser no identificado: Agradezco tu ofrenda mago, pero no pertenecen a mi mundo y como entenderás no serían útiles para mí.  Mi recompensa ya fue otorgada no pretendo menospreciarte, pero realmente lo que me ofreces no me es útil.
Kanarax: Agradezco el gesto y lo comprendo viajero.  Espero que el viento sople a tu favor.

Kanarax corre desesperadamente dejando su camino marcado a su paso.  El presente y el pasado son uno para él y antes de llegar al templo conocido por el nombre traducido “bella vista”, un sentimiento extraño invade todo su ser.  Es el pesar de vivir un destino inevitable, así que decide volver y revivir el encuentro con el viajero desconocido y prepararse.  Esta vez nota en el reencuentro que no se ha percatado de algo y revive la experiencia desde su inicio.  Alza lentamente la mano emite el saludo y nota que aún con el tiempo a su favor el viajero hiere su mano.  No ha logrado ver cómo sucedió eso y una gota de sangre humana cae al vacío. 

Kanarax: He sido engañado.  Espero aún tener tiempo para recuperar lo perdido. 

Kanarax no vive solo y al llegar al templo sabe exactamente que decirle a sus hermanos y hermanas.  Al parecer ninguno se encuentra ausente. Y ha entrado con tal rapidez que no se percata de la belleza a su alrededor.  No es problema para él, puede revivirlo más tarde.

Kanarax: He derramado sangre humana hermanos.  Sé que saben de la importancia de este suceso nuestros padres nos lo enseñaron bien.  No dejar que este suceso tome forma sin control el culpable de esto no es importante, debemos viajar al abismo y encontrar la gota perdida.
No se requirió palabra alguna de los hermanos. Inmediatamente todos crearon formas con las nubes y las montaron para iniciar su búsqueda.
Uno de los hermanos, el más audaz domando bestias propuso cambiar su rumbo y conversar con todas las bestias que él conocía para ayudarlos con su propósito.  Recorrieron todo el sendero que Kanarax había marcado y al llegar al lugar del suceso, pudieron ver como la nube donde había ocurrido estaba teñida de un color rojo oscuro.   
Kanarax: Aquí ocurrió hermanos.  Debemos alcanzar esa gota antes de que cree vida.  T’it, puedes calcular cual es nuestro rumbo?
T’it, otro de los hermanos y hermanas es un ser de dos cabezas.  Una piensa con pasión y la otra es dueña de las matemáticas y ciencias. 
T’it: No es muy difícil ver el trayecto hermano mayor.  Sin embargo ya que no se si tendré puntos de referencia más abajo es necesario que permanezca aquí y los guíe hasta encontrar su destino.
Los demás hermanos accedieron y se precipitaron sin temor hacia lo desconocido.   El tiempo pasaba y los hermanos no dejaron de caer. Ya no se podía escuchar la voz de T’it que lentamente se perdía en ecos más y más lejanos.  El tiempo seguía pasando y todo se tornaba cada vez más y más oscuro ya solo podían sentir el calor de sus corazones en conexión.  La temperatura bajaba y a lo lejos mucho más profundo se divisa una luz tenue. De repente, sin razón alguna y sin control, los cinco hermanos restantes golpean una superficie a una velocidad inimaginable y se escucha un gemido de tono bajo casi inaudible de profundo dolor.  Han tocado algo pero no es tierra tampoco una estrella ni una nube. De repente Ochib el más joven de los hermanos analiza con todos sus sentidos el extraño terreno y divisa no muy lejos de allí un pequeño reflejo color rojo que va cayendo como cumpliendo su destino. 
Kanarax: No intentes ir por la gota Ochib, ni el más rápido de nosotros podría alcanzarla ya.  Iremos a contemplar el resultado de todo esto.
Los cinco hermanos se aproximan como intentando evitar el suceso y llegan a estar lo suficientemente cerca como para verlo en todo su esplendor.
Ochib: ¡Es un bello evento!

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